El arte de contar historias está en todas partes, y la mayoría de sus “trucos” son comunes entre los medios. Los juegos de rol no son una excepción, tomando la gran mayoría de la literatura, el cine y los videojuegos. Usamos muchos recursos dramáticos para sorprender y mantener al espectador interesado en una historia, siendo el uso de los mismos (o el no-uso de los mismos y sus diferentes variantes) lo que diferencia en muchas ocasiones una buena historia de una mala.
En este ámbito, se dice que Anton Chéjov, escritor y dramaturgo ruso considerado referente en la creación de historias, fue el encargado de revisar y corregir la novela de un compañero de profesión, al cual le remitió una carta comentando diversas escenas de la misma, una carta que rezaba “Uno nunca debe poner un rifle cargado en el escenario si no se va a usar. Está mal hacer promesas que no se van a cumplir.” Era 1889 y acababa de nacer la argumentación que posteriormente los alumnos de escritura narrativa conocerían como El arma de Chéjov.